domingo, 18 de mayo de 2008

Emociones

Rescato "emociones" hoy que es día de última jornada liguera.

35 ª jornada 04.05.2008 Zaragoza-Deportivo

Partido de fútbol. Algo tan insustancial como un juego que se basa en meter una pelotita en un rectángulo construido con tres palos y llamado portería. Intensidad terrible, tremebunda. Muchas ocasiones para el equipo local que necesita de manera vital 3 puntos, que necesita la victoria. El balón no entra. Y no, y no, y no. Ocasión tras otra, el portero para, el poste repele o el cuero se pierde por línea de fondo.

Minuto 94. Falta a favor del equipo local. Una pelota colgada en el último suspiro del partido sobrepasa la defensa. Un veinteañero atabiado con botas y pantalón corto, melena al viento, catalán, golpea con su pie derecho la pelota hacia atrás. Un caballero de 35 años, que por allí rondaba, argentino, con camisola blanca, de gala, tez morena, rostro dibujado por la experiencia, ojos profundos, ve la puerta vacía, toda la red para él, se encuentra el cuero casi sin quererlo, y empuja la pelota en la fracción de segundo en la que su mente se abre, se ilumina, estalla.

Gol, ¡gol! Éxtasis. La alegría es desbordante, la emoción inunda el estadio. El caballero corre, salta, grita, se abraza. Sus compañeros claman de rodillas. Aprietan los puños. Soplan. Las 30.000 personas presentes en el campo de fútbol saltan, gritan, se abrazan. Un argentino de vuelta, con 35 años, que no está acostumbrado a meterla, se vuelve loco. Llora después de marcarla. Llora de emoción, llora de alegría. Y ese sentimiento, curiosamente, se transmite. Y me llega, me capta, me inunda. A mí que ni me va ni me viene el Zaragoza, ni Ayala, ni si sigue el club maño en primera.

Debe de ser que me gusta el fútbol. Y el fútbol, que tantas veces me es amargo, también me regala, de vez en cuando, buenos momentos. Pequeños detalles que hacen las grandes cosas. Aunque sean ajenos. Aunque sean, sin lugar a duda, insustanciales. Aunque sean pasajeros y robados.

Aprovecha tus ojos para captar la felicidad. Reconforta, empatiza. Aprehende las nimiedades. Como una pelota. Como un rectángulo. Como un rostro. Como un susurro.

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