Por alguna razón, las tiras de Dilbert (al igual que su serie de TV) nunca terminaron de convencerme. En lugar de criticar duramente momentos "oficinescos" como la explotación por parte del jefe, el agobio en casa o la cadena de trabajadores, su autor se centra muchas veces en ocultar la ironía bajo un mundo surrealista y esta es, precisamente, la característica que diferencia una tira mediocre (a mi parecer) como Dilbert de una obra maestra como Calvin y Hobbes: ambas ocultan la realidad bajo un mundo surrealista y fantástico (perros que hablan, peluches que cobran vida...)pero en la segunda nunca se pierde de vista el referente real, mientras que en Dilbert, al igual que con la aleatoriedad, uno nunca está seguro...
Por la noche puedo conocer el sonido de mi corazón. Y alguien me preguntó si quería estar mejor. Y cómo decir que no si ahora todo está peor. Si en toda mi vida no estuve mejor. Y si nos quedamos sentados un rato mirándonos. Y cómo mentir si no estuvo mal. Y si quieres venirte conmigo a un viaje espacial.
Por alguna razón, las tiras de Dilbert (al igual que su serie de TV) nunca terminaron de convencerme. En lugar de criticar duramente momentos "oficinescos" como la explotación por parte del jefe, el agobio en casa o la cadena de trabajadores, su autor se centra muchas veces en ocultar la ironía bajo un mundo surrealista y esta es, precisamente, la característica que diferencia una tira mediocre (a mi parecer) como Dilbert de una obra maestra como Calvin y Hobbes: ambas ocultan la realidad bajo un mundo surrealista y fantástico (perros que hablan, peluches que cobran vida...)pero en la segunda nunca se pierde de vista el referente real, mientras que en Dilbert, al igual que con la aleatoriedad, uno nunca está seguro...
ResponderEliminarFin del discurso pedante