Me resultaba curioso observar aquel tablero de ajedrez. La partida se desarrollaba casi exculsivamente en el interior de las mentes de los jugadores. Los movimientos eran escasos. O, al menos, los movimientos perceptibles. Yo, espectador desde una posición no muy privilegiada, conocía el juego. Los caballos, los alfiles, los peones, paseaban, caminaban y corrían p0r la cabecita de los contendientes tal y como mi imaginación suponía. Pero, otro elemento fulminante intervenía: el tiempo. El tiempo omnipotente, omnipresente, omnisciente. Él tenía el control. Él decidiría quién sería el vencedor. O si se pactarían tablas.
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Pues:
ResponderEliminarRobert Redford, Paul Newman y Katharine Ross...
ta nidio.
Chico listo.
ResponderEliminarAvance exclusivo: en la próxima entrada tocará otro clásico, esta vez con un tal Humphrey Bogart.
si entames a punxir entraes so frikaes cineofiles dexo d'entrar equi...
ResponderEliminartas avisau...
en blanco y negro, ebony and ivory, side by side on my piano, chessssss?
ResponderEliminarrequiem indeed, ya no escribes??
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