Mis letras no se alargan lo suficiente en el blanco lienzo. Son incapaces. Es curioso observar como, llegadas a un punto, avanzan con esa sensación de ingravidez que todos sentimos en nuestros julios, agostos o septiembres lunares y, a la vez, aumentan en masa haciéndose tan pesadas que no desean abandonar el feto de los textos inengendrados.
Mejor no rizar el rizo.
foto vía konstriktion, flickr